Este veinticuatro de septiembre, en el Centro Cívico la Corrala de Madrid, nos reunimos un buen porcentaje del colectivo de “ingenieros- delincuentes” de todo el país, que es como nos definía nuestro querido “Chato”, para disfrutar juntos de su entrañable recuerdo.
No digo nada nuevo si afirmo que quizás, “Chato”, fuera una de las personas que más fácilmente se hacían querer de manera inmediata por todo el mundo.
Era un hombre, como otros , pocos, personajes extraordinarios de la cultura y la política de nuestro país que, tuvieras la tendencia que tuvieras, concitaba el consenso, gente como él o como Ramón Acín que era amigo hasta del obispo,
Nos entristecimos juntos recordando su pérdida y alegrándonos por haberlo conocido.
Por algún motivo, nos hacía falta juntarnos para expresar públicamente la suerte que tuvimos por saber de su existencia.
Compañeros de los troskos, del felipe, sindicalistas de primera hora, ecologistas, ingenieros-delincuentes por ahora en libertad, también los que le acompañamos en sus últimos esfuerzos por acabar con la impunidad del franquismo, con Ceaqua como herramienta principal.
Fue una reunión alegre en la que le sentimos presente en cada momento: en los discursos, en los 14 chatos distintos; con las emotivas fotos en las que siempre sonreía, haciendo el tonto con su resplandeciente tupé, siempre tan enamorado de Justa, tan amigo de sus amigos, tan buena gente.
Por supuesto no pudo faltar la comida vegana (con el impagable apoyo del jamón ibérico, esta vez cortado por un vikingo) como le hubiera gustado (y a los demás, claro).
Viejas canciones cantadas por todos y todas (con más intención que arte), coros maravillosos, violines excepcionales, vino (de Ribera, por supuesto), mucha cerveza y amistad… mucha amistad.
Reencuentros, planes, los delincuentes certificados, tus compañeros que pasaron por la cárcel y sufrieron la represión por puro idealismo, por solidaridad, por empatía por la revolución, aun ahí al pie del cañón, siguiendo tus pasos.
Porque eso nos ha dejado Chato: nada menos que la ilusión del que lucha hasta el último día.
Con su ejemplo deja una herencia envidiable, cientos de ingenieros delincuentes que van a seguir teniéndolo siempre a su lado y que, con su inspiración, seguirán manteniendo las fuerzas luchando por construir un mundo nuevo; a pesar de la tortura, de la represión, con nuestra delincuencia, ingenieros de un mundo nuevo, seguiremos.
Seguiremos Chato tus pasos a través de un recuerdo que para quienes te queremos es más una presencia. Aunque nunca conseguiremos igualar ni tu coraje ni tu fuerza,
Siempre estás con nosotros.
Así de profunda ha sido la huella que has dejado en este mundo.
Gracias y ¡hasta siempre, compañero!
ENRIQUE GÓMEZ (ARMHA/CEAQUA)