REFLEXIONES SOBRE NUESTRO QUERIDO «CHATO»GALANTE
Lo primero que quiero decir aquí es gracias.
Gracias porque, conocer a Chato, me hizo mejor persona.
Conocerlo era quererlo, tenía ese carisma, bajo su eterno y poblado tupé blanco, que te lo hacía recordar siempre con una sonrisa.
Chato amaba la vida y a las personas y su sentido de la justicia no le permitió quedarse quieto cuando enterró a amigos que luchaban por la libertad.
Eso le llevo a las mazmorras de Franco y a conocer a los torturadores más sanguinarios, que aún hoy deambulan en libertad y con privilegios en esta sociedad democrática tan injusta para quienes lucharon por ella.
Resulta enternecedor recordar a nuestro amigo Chato disfrutando de un vino y un día soleado, de un paseo; pero para él, esa lucha constante, a veces hasta un poco ingenua, era una necesidad vital.
Recuerdo esa última reunión con los compañeros y compañeras de Ceaqua en Madrid. Nadie pensaba que vendría, dado que estaba luchando a brazo partido con su cáncer de pulmón, pero ahí estuvo, el primero como siempre, siempre con ideas nuevas, contagiando su entusiasmo a los demás, incluso consolándonos y apoyándonos con nuevos ánimos para seguir adelante.
Y, por supuesto, también el primero para el abrazo, para la sonrisa, la celebración, el brindis y ese vinito que gustaba de tomar siempre en mutua compañía.
Aún es pronto para asimilar una tristeza tan grande.
Seguro que la pérdida de un luchador como Chato no será noticia en nuestros telediarios, pero esa red de buena gente que está conectada entre sí en todo el país, incluso en el mundo, lo sabrá y lo sentirá; y también sabrá que hay continuar su lucha; qué hay que hacerle la vida imposible a los torturadores de Franco; que la lucha Memorialista, sea vía justicia exterior o por la consecución de reivindicaciones internas, ha de continuar, esta vez con más ahínco que nunca, porque nuestras razones son legítimas pero, además, porque los compañeros que han ido cayendo como Carlos o como Chato nos dan más impulso con su indomable ejemplo.
Hasta siempre, amigo y compañero.
ENRIQUE GÓMEZ ARNAS
ARMHA
Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo,
y con mi corazón, y con mi lengua,
cuenta con un puñado de lágrimas y tierra,
cosechero que fuiste del estrépito.
privilegio acabado de la vida.
Miguel Hernandez