SOBRE LA NUEVA LEY DE MEMORIA (HISTÓRICA) DEMOCRÁTICA, EL ESTADO DE LA CUESTIÓN; DE DONDE VENIMOS Y ADONDE VAMOS

Enrique Gómez ArnasNoticiasLeave a Comment

A vueltas con la nueva ley de Memoria (histórica) Democrática, el estado de la cuestión: de dónde venimos y a dónde vamos,

La transformación del régimen franquista, tras la muerte del dictador, en una monarquía parlamentaria (recordémoslo, España era reino), con la figura nombrada a dedo por el “jefe del Estado” fue, en opinión de muchos, la constatación por parte de las élites españolas de la imposibilidad de seguir adelante con el franquismo una vez desaparecido el propio Franco.

La correlación de fuerzas en ese momento histórico, era absolutamente favorable al régimen (un hecho reconocido por las fuerzas prodemocráticas). El “Generalísimo” murió en la cama absolutamente tranquilo en cuanto a quién controlaba ese cortijo que fue suyo y de sus adláteres desde 1939 hasta su desaparición física.

Ha habido mucha mistificación con nuestra sacrosanta Transición, pero lo cierto es que había mucho que ganar. El país, aún muy autárquico, tenía muchas acciones de grandes empresas que pasarían a manos privadas; un botín nada despreciable y una buena razón para traer el liberal sistema económico de las democracias occidentales a nuestros lares.

Precisamente por ese desequilibrio político al que aludía, no hubo comisiones de la verdad, no hubo condena al franquismo ni depuraciones: el sistema judicial y represivo pasó intacto a la naciente democracia, bien vigilada y amenazada, además, por los espadones del dictador.

Parecía necesario esperar al asentamiento del nuevo sistema político para que miles de españoles, víctimas del franquismo, pudieran ejercer su derecho a la Justicia en el nuevo régimen democrático de su país.

La llamada Transición vio muchos esfuerzos populares por parte de los antifranquistas para conseguir las mayores libertades posibles, pero quienes seguían teniendo la sartén por el mango iban haciendo las concesiones que consideraban estrictamente necesarias para el proyecto con cuentagotas.

La Transición fue sangrienta y poco tenía que enseñar a países que, tras sufrir dictaduras, tomaron medidas en cuanto les fue posible, para resarcir a sus sociedades; en España eso nunca se hizo. y no porque hubiera una reconciliación social real, no se hizo porque el régimen exigió, como condición indispensable para los cambios institucionales, la imposición de una absoluta impunidad.

Las víctimas del franquismo, simplemente, no existían.

En una jugada magistral, una de las mayores reivindicaciones de las fuerzas democráticas se convirtió en una victoria pírrica, la famosa e inamovible Ley de Amnistía terminó de confirmar oficialmente la impunidad franquista.

Los que torturaban podían dormir tranquilos; los perseguidores furibundos de los que luchaban por las libertades de todos pasaron, por arte de magia, a convertirse en los adalides de las mismas; los jueces, que miraban para otro lado ante los malos tratos a los reos, y que dictaban sentencias de muerte eran, de un día para otro, los vigilantes del cumplimiento de las libertades democráticas; los militares, mejor tratados que durante toda la dictadura, seguían siendo igual de franquistas, pero cada vez amenazaban menos la democracia, habían entendido en qué consistía la jugada.

En nuestro terruño, el presidente de Aragón no mira el listado de reivindicaciones no conseguidas por esas víctimas olvidadas por el Estado, solo mira por que pase el tiempo, esa vieja estrategia que siempre funciona tan bien, y da por finalizado el tiempo de las exigencias: con el centenario se acabó la historia, igual dan los resultados.

Ayer mismo me llamó una señora. Me preguntaba si con esa nueva ley, tan buena como le decían que era, les retornarían los bienes que la dictadura les había robado a su familia; mataron a sus abuelos y a sus padres y tíos; después condenaron a la miseria, por expropiación, a una joven viuda con varios hijos, menospreciada por la sociedad, vejada y empobrecida. Le tuve que decir que no, el latrocinio nunca se iba a resolver con acciones favorables a los robados. Igual que no encontrarían Justicia en su propio país los represaliados y torturados. Ni sabrán su verdadero origen los bebés robados bajo el régimen dictatorial, privados para siempre del derecho a su propia identidad.

No, nunca se hará una condena del régimen de Franco en sede parlamentaria, declarando nulas sus actuaciones judiciales, dado su origen ilegítimo.

Nunca se derogará la Ley de Amnistía, más bien podríamos llamarla ley de amnesia autoinfligida, ni siquiera ni cuando ya todos los culpables directos están muertos.

Ni servirá ya de nada una Comisión de la Verdad que hubiera sentado unas bases sólidas para el conocimiento más exacto posible de la tragedia histórica sufrida por nuestro país, tampoco es que hayan creído nunca en ella.

Reconciliación de Valle de los Caídos con un trágala por decreto.

La injusticia grabada para siempre en los muros de nuestra historia, al parecer, el precio de la aquiescencia del régimen para su propia mutación.

Así que seguiremos diciendo a quienes nos llamen, creyendo que algún día obtendrán justicia: lo sentimos pero no podemos hacer, nada esto es lo único que nos han dejado.

Seguiremos arrancando pequeñas lascas a esa pared de moho ignominioso y endurecido aun a sabiendas de que nunca podremos arrancarlo del todo para ver la brillantez que sabemos que, para nuestra Historia; existe bajo ella.

 

Enrique Gómez Arnas

Presidente ARMHA

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *