Manuel Ramos Martín
Alexia Sanz Hernández
El miedo es omnipresente, dada la gran variedad de fuentes originarias que lo alimentan. Asimismo, la capacidad de las comunidades para autopropulsar temores es infinita, aunque cambiante. El siglo XX lega lecciones y escenas históricas animadoras de narrativas de multiforme apariencia temática: las experiencias bélicas, el temor al otro, el silencio forzado, el pánico a morir, el recelo ante el vecino, la cultura de la sobrevigilancia y el anhelo de libertad y seguridad a la par.
Este es un viaje a través de esas tramas narrativas (moralizantes, agónicas, reivindicativas o nostálgicas), sostenidas en tiempos y espacios que evocan recuerdos y desvelan significaciones subyacentes e inabarcables. Versan sobre el peligro, el riesgo y la guerra en el periodo comprendido entre los años treinta y los cincuenta, en varias localidades aragonesas de la Sierra de Javalambre. Entonces, la pretensión de establecer nuevos órdenes sociales hizo emerger riesgos para todas las capas y grupos sociales, aunque no siempre al mismo tiempo: curas, religiosos, ricos o facciosos; rojos, encubridores, pobres o maleantes. Y puede decirse que todos sufrieron de manera parecida, porque desde una dimensión personal el sufrimiento de un individuo que padece privaciones (libertad, hambre, frío, parásitos, enfermedad, violencia extrema y ausencias insufribles) es, en cualquier caso, atroz.
Biografías anónimas ilustran acontecimientos que empaparon toda la sociedad española alcanzando los más recónditos escondrijos del orden social. La propia experiencia, los impactos socioculturales de los acontecimientos históricos y los aprendizajes generacionales han forzado construcciones retóricas actuales que visualizan males morales y sociales en marcos ideológicos que sentencian o justifican. Se escenifica la pugna entre la aparición del mal encarnado en cualquier individuo y el de la posibilidad de humanidad tras cualquier rostro.
L1-M3