Espantajos

Mercedes SanchezPublicaciones y ArtículosLeave a Comment

Es paradójico, nos pegamos años diciendo que la violencia no es el camino, que para resolver los problemas políticos hay que usar métodos democráticos y cuando, por fin, el mundo abertzale decide bajar a ese ruedo político, se les descalifica por su pasado de apoyo al terrorismo.

De alguna manera eso es dar la razón a los más radicales, los que propugnaban seguir por ese camino a ninguna parte y que afirmaban que, en el escenario político español, ellos no tenían nada que hacer.

En el festival del “cuánto peor mejor” en ocasiones uno piensa que les gustaría, a todos los actores políticos, que la vía violenta siguiera en activo. ¿Por qué, si se ha conseguido ya que los pro-violencia se sienten en escaños, ahora se les dice que es irrelevante cualquiera de sus acciones, ya que su pasado es imborrable? ¿no nos damos cuenta de que, por ese camino solo alimentan a los más radicales de entre ellos?

A mí me parece una actitud política estúpida que un obrero vote a un neoliberal, porque sus intereses, por definición, son contrapuestos.

A esos neoliberales patrióticos (esa marca tan española que se la reparten entre varios sellos políticos) odian que se vote una opción independentista y encima de izquierdas, pero qué se le va a hacer.

Ni unos ni otros son opciones políticas de mi gusto, pero así es la democracia, tanto vale un voto como el otro.

Y quizás ese es el problema.

Los más de 800 muertos de ETA en casi 40 años de actividad, dejan un reguero de violencia que la sociedad española se ha comprometido a asumir con verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

Ahora me vienen a la mente muchas víctimas de la represión, durante el periodo que va desde 1936 hasta después de la muerte de Franco.

Y si, ya sé que algunos dirán: ya estamos con el pasado, las dos Españas, la guerra en la que todos hicieron cosas malas, reabriendo heridas…

Pues algo de eso hay.

Pero podemos acercarnos más en la historia.

Cuando ETA empezó a matar, en este país había pena de muerte, se perseguía a la gente por intentar ejercer derechos fundamentales, había presos políticos, censura, torturas, asesinatos extrajudiciales, no había garantías jurídicas, y eso convivió con la violencia de ETA durante muchísimos años.

¿Por qué esa violencia terrorista ha de marcar la Historia de forma indeleble y la previa y paralela del franquismo, siendo institucional y mucho más dañina en términos numéricos, ha de ser olvidada?

Las dos varas de medir.

Y me meto en terreno peligroso, pues rápidamente, si analizas la Historia en términos como estos, te acusan de pro-violento.

¿Por qué una violencia es inaceptable y la otra es justificable?

Me hubiera gustado ver a las buenas gentes del barrio de Salamanca (nunca bombardeado durante la guerra civil, por cierto) gritando ¡libertad! por las calles en los años 50 o 60.

No, no es trágico que ustedes, los que siguen agitando el espantajo de ETA cada vez que se quedan sin argumentos (algo que les pasa muy a menudo), es lo natural, es la continuación de la política franquista de la “anti España”: todos los que no piensan como los de la marca neoliberal patriótica son “anti España”; no anticapitalistas, no antinacionalismo español, son simplemente, como en el 36, ” antiespañoles”.

Lo penoso es que, como producto de la tergiversación franquista (ese territorio de las “fake news” avant la lettre), de la inacción de la democracia transicional, de la manipulación de los medios de comunicación (propiedad de los poderosos del país), haya todavía obreros y gentes humildes que les mantengan en el poder, que les escuchen, que les crean que les den pábulo, que les voten…

Envolviéndose en la bandera bicolor (la escogida por Franco para borrar la memoria de la enseña legítima de la democracia republicana) todo lo demás se olvida.

La patria no da de comer, pero es como la religión, interclasista.

Al terminar la guerra española, el muy idealista Caudillo de España ya tenía 34.000.000 de pesetas en el banco y solo acaba de tomar el poder.

Éste es el verdadero significado de todo el enfrentamiento ideológico. Los privilegiados engañando al humilde para conseguir su apoyo, se sientan en la poltrona para seguirle esquilmando y saqueando.

Eso paso en la España de los años 30 y sigue pasando en la del 2000… y lo peor es que los argumentarios son similares, tanto que parece que no hayamos avanzado, en muchos aspectos, nada.

Y, lo aún peor, es que ésta sociedad está mucho más domesticada, sin apenas espíritu crítico, sin ilusiones políticas, sin esperanzas de cambio.

Habrá que seguir creyendo en la Humanidad.

¿Alguna vez se superará el egoísmo y triunfará la empatía?

Mientras, seguiremos trabajando para conseguir pequeñas victorias contra la injusticia, porque también eso es el ser humano.

El bagaje personal es lo que finalmente queda, eso… y dormir muy tranquilo todas las noches.

ENRIQUE GÓMEZ ARNAS

PRESIDENTE ARMHA

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