Karl von Vereiter
Abordar el doloroso tema de la guerra civil española presupone, siempre, por mucho que se quiera evitar, Inclinarse hacia uno de los bandos. No hay medio de escapar a esa trampa emocional, y aunque Karl von Vereiter procura mantener un equilibrio en su relato, procurando sobre todo pintar actitudes, vivencias y personajes, con su habitual realismo, se siente palpitar entre sus líneas una Indudable simpatía hacia las fuerzas de la República. No obstante, como escritor habituado a estudiar el fenómeno bélico en su casi particular contexto humano, consigue escapar con indudable soltura a un partidismo que restaría mérito a su obra. Ante todo, el autor se preocupa de analizar los sentimientos humanos, descortezando a cada personaje con el intento de conseguir un retrato fiel, lo más real posible, sin concesiones, exponiendo con claridad los valores, positivos o negativos, de cada uno de ellos. La batalla en sí no es más que el trasfondo de una situación irreal como es la misma guerra. Poco interesan los detalles topográficos o el minucioso y cansino desarrollo de cada una de las operaciones. Para Karl von Vereiter, la guerra son los hombres que la hacen, sus ideas, sus odios y sus amores, sus miedos y sus valentías. Por eso pone en la boca de cada uno de sus personajes las palabras que fueron indudablemente pronunciadas en la vida real, quitando de cada uno de ellos lo que de arquetipos pudieran sospecharse. Lo verdaderamente emocionante es sentir el palpitar de ese indudable individualismo que es —defecto o virtud— esencia misma del hombre español. Nada hay más cierto que esa visión personal, ese juicio atrevido y directo que el autor pone en los labios de los personajes. Soñadores, indómitos, desconfiados pero generosos, valientes hasta la temeridad, absolutamente convencidos de que la única verdad es la que ellos sirven, los heteróclitos componentes del relato dicen sencillamente lo que sienten y obran, simplemente, como lo que son. Anarquistas, comunistas, internacionales, oficiales de carrera, legionarios, italianos o alemanes, se mueven en el cuadro de la colosal batalla del Ebro como los personajes sacados de una tragedia clásica. Porque, por encima de todos ellos, a veces confundiéndose con el áspero rugido de las armas, el Coro del Destino y la Muerte forman el contrapunto de la histórica escena que se está representando.
L1-E1