DISCURSO DEL 3 DE MARZO Y REALIDAD MEMORIALISTA

Enrique Gómez ArnasArtículos de opinión, Publicaciones y Artículos

Con motivo de la celebración del Día de la Memoria Histórica o democrática aragonesa, (que no solo de la “memoria”, ya que por sí sola ésta no significa nada), nuestro presidente nos lanzó, sobre todo en la segunda parte de su discurso, unas cuantas “perlas” más de su arsenal, particularmente crítico para con los memorialistas.
Ya no empezó bien la cosa cuando saludó a todas las autoridades asistentes y, vaya que fallo, no citó para nada a las asociaciones memorialistas allí presentes. Me refiero, como decía, a la parte de su intervención en la que, rodeando de parabienes la “reconciliación nacional” (que rechinaban a franquismo de la última época por todos sus goznes) insistía, ya nos lo ha dicho con anterioridad, en que deberíamos tener las heridas cerradas cuando llegue el centenario del fin de la contienda o sea, dentro de unos dieciséis años.
Me parece una afirmación razonable, pero llevamos muchísimo tiempo más deseando no ser necesarios para la sociedad. Los memorialistas nacimos con vocación de caducidad, creyendo que, por fin, conseguiríamos restañar las heridas de la guerra, que por cierto, citó muy adecuadamente.
Pero en dieciséis años, siendo que ha transcurrido ya mucho más tiempo, ¿se van a terminar de abrir todas las fosas?¿se va a conseguir el currículum necesario aplicable desde las leyes de educación para conocer nuestro reciente pasado traumático?¿van a ser retiradas todas las referencias franquistas y homenajes en nuestras ciudades y pueblos? da la sensación de que lo importante en este discurso es que “ha pasado ya mucho tiempo” y que esté la cosa como esté, nos tenemos que olvidar y nos debemos reconciliar.
Pasamos de la resignación por decreto a la desaparición por caducidad.
No solo esto sino que hablar de la “modélica transición”, que citó en varias ocasiones, es un tópico que hace hoy aguas por todas partes.
Que las fuerzas democráticas tragaran, posiblemente porque no les quedó más remedio, con la impunidad franquista, entonces tenía una justificación, seguir ahora loando esa actitud, es hacer de la necesidad, virtud.
En éste país nunca hubo una comisión de la verdad, ni una condena parlamentaria del franquismo. La “modélica transición” tuvo unos 600 muertos y sobre todo nos obligó a mirar para otro lado ante las actitudes y actos de las fuerzas policiales y judiciales que pasaron de defensores de una dictadura a demócratas “de toda la vida”, estos sí por decreto y de un día para otro.
Señor presidente, cuando se aprobó la Ley de Amnistía de 1977 (ley, por tanto, pre-constitucional), ya casi todos los presos políticos estaban en la calle. Esa fue una ley en la que los que se beneficiaban eran los que tenían delitos de sangre.
De hecho, ya se había ido aplicando, aun sin existir,y “de facto” en los meses posteriores a la muerte de Franco. Pero de delitos de sangre, los franquistas sabían mucho, y eran realmente los universalmente beneficiarios de esa ley de auténtico “punto final” a la española. Otro dato para no hacer tan “modélica” la transición: la nueva ley de Memoria estatal hace llegar el período final de aplicación hasta 1983, es un avance, pero sobre todo es un reconocimiento de algo que no hace la nuestra, deja claro que el franquismo no murió en la cama con el dictador.
Ni que decir tiene que en la política, que es la ciencia del posibilismo social, tenemos nuestras preferencias y, por supuesto, deseamos tener como compañeros de camino a quienes, al menos, hacen actos como estos del 3 de marzo, frente a los que se jactan del incumplimiento de las diferentes leyes de memoria cuando tienen ellos el control de las instituciones; agradecemos los gestos, los reconocimientos y los esfuerzos de este gobierno, pero no nos gusta que nos den lecciones sobre todo cuando se trata de nuestros sentimientos y cuando queda aún tanto por hacer. Ojalá que en 16 años se haga lo que no se ha hecho en los 84 anteriores, pero lo dudo mucho compañeros y compañeras.
Y, por cierto, puestos a dar lecciones, no estaría de más que acudieran a escucharlas los señores demócratas de derechas, que siguen negando incluso la existencia de las víctimas del franquismo. Así es muy difícil reconciliar una sociedad, cuando la otra parte, niega incluso su existencia.

ENRIQUE GÓMEZ ARNAS

PRESIDENTE ARMHA

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