Parece ser que hacía falta concordia en este país, y que mejor concordia que volver al espíritu del 78, ese que ahora revisamos y que al parecer sirve para curar todos los males sociales.
Lástima que no les sirva a quienes lo invocan para cumplir con la Constitución, aceptar las normas parlamentarias y, sobre todo, ser justos y ponderados en sus afirmaciones. Todo en bien de la «concordia».
Los redactores del concordante texto han pensado, al parecer, que nadie podría estar en contra de un plan que invoca tantas verdades y para bienes universales… pura palabrería. Una declaración de intenciones que, naturalmente, obvia todo lo que no les gusta, nada de franquismo, nada de represión, nada de víctimas de la dictadura, solo víctimas en general y una vez más y muchas veces repetido, víctimas del terrorismo (personas estas que tienen su propia ley), pero que la derecha siempre invoca hasta la saciedad ¿Porqué será? quizás, ¿toda la represión genocida del régimen quedaría mitigada por la actuación de estas bandas? no lo sabemos, pero al margen de vaguedades y lugares comunes y del blanqueamiento de una dictadura, para el texto inexistente, lo cierto es que los asesinados franquistas durante la guerra tienen una ley específica para la recuperación de sus restos bajo responsabilidad del Estado desde ¡1940!
Los crímenes, reales e imaginarios, de los republicanos que, no lo olvidemos, defendían un régimen legalmente constituido, fueron juzgados hasta la saciedad. Se engañó a exiliados para que volvieran, y fueron encarcelados y fusilados. El régimen siguió fusilando hasta mucho más allá del fin de la Segunda Guerra Mundial e incluso hasta el año de la muerte del dictador. Los sicarios de la Brigada Político Social y todo el entramado represor, persiguieron y torturaron con saña hasta más allá de la muerte del dictador. Los exiliados, en manos de los nazis, no recibieron más que el abandono de la España oficial muchos años después del fin de la guerra.
Y oh milagro, llegó la transición y, por decreto, se decidió que el olvido de las víctimas del franquismo iba a hacerse oficial por ley. Décadas de vilezas y ataques a los derechos humanos quedaban borrados por un artículo de una ley que tenía trampa, la Ley de Amnistía, que también lo fue, por tanto, de «punto final», el desequilibrio es, pues, evidente. Quienes perdieron la guerra, volvían a perder y cuando consiguieron unas tímidas leyes, que no pueden sustituir nunca lo que hubieran sido unas verdaderas políticas de memoria, también las deben perder ahora.
¿Qué les molestaba de estas leyes, la retirada de homenajes al franquismo? Eso no dice mucho de su espíritu democrático; ¿o el intento de un mínimo equilibrio tras décadas de aplastamiento por parte de los vencedores? Eso es la democracia, hacer leyes para compensar las injusticias evidentes.
Tras décadas de silencio un lema triple, con una coda, definió perfectamente cuales eran las aspiraciones de los memorialistas, como voz y palanca de acción de las víctimas del franquismo, y las tres son negadas por estos planes de «concordia»:
Verdad. Una vez más se calla o se obvia lo que miles de españoles sufrieron por el franquismo, blanqueamiento del régimen y equiparación de víctimas y verdugos (no en el caso del terrorismo por supuesto).
Justicia. Tampoco se consigue, pues a pesar de la ley de 2022, el escollo de la no modificación de la Ley de Amnistía del 77 impide toda acción judicial, hurtándose a miles de españoles su derecho a la justicia, en un gravísimo tema de derechos humanos.
Reparación. Una vez más se le dice a las víctimas del franquismo que el olvido es lo mejor y que si quieren sacar a sus muertos que lo pidan con educación y se traguen este engendro pergeñado por la extrema derecha y los herederos espirituales (y en algunos casos físicos)del franquismo, es decir, de sus verdugos.
La conclusión. Con estos mimbres nunca podrá haber garantías de no repetición. Una vez más se impone el discurso de los vencedores, una vez más se obvia a las víctimas, una vez más se engaña a una sociedad que así nunca aprenderá de los gravísimos hechos de su pasado.
Por todo ello memorialistas y víctimas seguiremos luchando por la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, a pesar de todo y de todos, como hemos hecho siempre.
Una vez más la derecha impone su pasado, una vez más pierde la oportunidad de subirse al carro de los demócratas.
Enrique Gómez
Presidente de ARMHA