La historia de España según un patriótico franquista votante de Vox:
España era un país idílico.
España era el Edén.
Temerosos de Dios, entregados durante siglos a la creación de una Patria común.
Un país en el que se nacía, se rezaba, se trabajaba y se moría en paz.
Un Imperio glorioso donde nunca se ponía el sol.
En palabras de uno de los ideólogos más preclaros que la historia y Dios nos dio: España era una unidad de destino en lo universal.
Patria generosa, que llevó la evangelización, su lengua y su cultura por el mundo, civilizándolo.
Y, hete aquí, que la hidra comunista y masónica extranjera vino a romper la armonía de esa sociedad modélica.
El caos se adueñó del país que abandonada y vituperaba para espanto de los biempensantes las más sagradas y milenarias instituciones.
Pero, los mejores de entre los españoles, desenvainaron la espada, y sin cejar y sin cuartel, hicieron retornar las aguas a su cauce, de dónde nunca debieron salir.
Tras los mejores 40 años de la Historia Patria, en que Una, Grande y Libre, conoció la Paz, el desarrollo, el engrandecimiento, para admiración del extranjero y oprobio del recalcitrante, vino un tiempo de incertidumbre. El Caudillo, por desgracia, no era eterno y era irrepetible.
Los tiempos, pues, iban cambiando y nuestro preclaro Caudillo, el invicto, lo tenía todo previsto: volver, a través de una modélica y pacífica transición, a reponer esa vieja institución que tanto lustre había dado históricamente a la piel de toro, la monarquía.
Lo malo fue que, con ella actualizada, el liberalismo disgregador volvió a corromper la buena marcha del centralismo y la unificación que tanto había costado restituir.
Todos los males, truncados en sus raíces hacia cuatro decenios, volvieron a resurgir.
La gente decía lo que le daba la gana sin respeto alguno por las instituciones ancestrales.
Resurgieron las malas costumbres, las drogas extranjerizantes, frente a los buenos y viejos hábitos españoles.
La música se volvió inaudible.
La gente se vestía sin gusto ni decoro.
Las mujeres se ponían pantalones, y salían solas a la calle, a trabajar, sin aspiraciones matrimoniales.
Los maricas y otros degenerados se mostraban sin pudor ni decoro, saliendo de sus cubiles impúdicamente.
Los obreros protestaban y vagueaban sin control.
Se abandonaban las iglesias.
Se rompía la armonía social con protestas y manifestaciones.
Se olvidaba a Dios y a la Religión.
El moro, vencido en Lepanto, se nos imponía en nuestra propia casa.
Algo había que hacer.
Los herederos del Régimen parecían olvidar a quien debían su posición y su lealtad.
Por tanto, un grupo de patriotas dando un paso adelante, irrumpieron en el barrizal político español para poner orden.
La Vox popular volvía a alzarse, exigiendo el respeto debido por el Régimen que devolvió la normalidad y la Paz a España.
España para los españoles. Basta de concesiones a los extranjeros.
Patriotismo español frente al separatismo.
Respeto por el orden normal de las cosas: Dios, patria y monarquía.
Regresar a ese modelo idílico, ordenado, patriótico, en definitiva.
A trabajar, obedecer y callar, las bases de un régimen armónico.
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¿Acaso os parece rancio este discurso?
Bueno, pues es el ABC del conocimiento histórico y la base ideológica de cualquier militante o votante de Vox.
Como lo quieran maquillar, es lo de menos… se los ven los pelillos a la mínima y hay ejemplos diarios.
Debemos reconocer que contra este discurso es muy difícil argumentar.
La ciudadanía media dispone de un arsenal mínimo de ideología y vivencias que les da un espíritu crítico y un sentido de la realidad que es muy difícil de confrontar con tanta vacua solidad.
El «status quo» siempre parece inamovible, pero la Historia nos demuestra que esto es de una falsedad absoluta, guerras, revoluciones, grandes movimientos y cambios sociales son los hechos que la escriben. Quién da primero da dos veces, la mejor defensa es un buen ataque, la pasividad no es una opción, si tenemos en cuenta estas afirmaciones, creo que lo único que nos queda es, concretar las acciones… y ahí lo dejo por el momento.
Enrique Gómez
Presidente de ARMHA