Martín Arnal con estas interesantes memorias nos sumerge en su dilatada vida de luchador antifascista y en el periplo colectivo de una buena parte del campesinado aragonés del siglo pasado. Nos habla de las duras condiciones de vida que suponía la servidumbre ante los caciques, de la emigración como única salida de la miseria, de las ilusiones vividas con la proclamación de la II República, de la cultura libertaria, de los sindicatos de la CNT, de las huelgas campesinas por la jornada de ocho horas y por la llegada de la ansiada revolución. Nos acerca a la represión bajo la que cayeron decenas de angüesinos a manos de los militares sublevados y a la guerra en la que fueron obligados a combatir y a morir. Nos acerca, también, a la mayor experiencia de transformación de la vida social, económica, política y cultural en la historia del sufrido campesino aragonés, tantas veces ignorado por los historiadores de la Guerra Civil. Con la derrota, llegó también el exilio. El paso por los campos de concentración franceses, la huída de los nazis, su participación en la Resistencia francesa y su integración en la guerrilla de la UNE como guía pasador en el Sobrarbe. No acabó aquí su militancia, participante de lleno en la reconstrucción de la CNT en el exilio, Martín no ha dejado de difundir sus ideas y participa en todas aquellas iniciativas que se realizan a ambos lados del Margüinazo (el Pirineo), como lo llamaba su padre. Definitivamente, con estas memorias, Martín se reencuentra con su tierra de la que nunca, ni la dictadura, el miedo y la amnesia colectiva que ha vivido este país, han logrado arrancarlo.
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