VAE VICTIS: AY DE LOS VENCIDOS

Enrique Gómez ArnasArtículos de opinión, Noticias

En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».
Parte del general Francisco Franco, firmado el 1 de abril de 1939. Tercer año triunfal. Cuartel general de Burgos.

Sí, terminó la guerra, pero no había comenzado la paz.
Si el golpe de Estado había empezado con ejecuciones masivas, este año de 1939 solo sería uno más de los muchos en los que aún se prolongarían los fusilamientos, las torturas, los encarcelamientos, la represión en general, el exilio.
Había que terminar el trabajo comenzado el 18 de julio de 1936.
Algunos, incluso, viéndose incapaces de desarrollar su nueva vida en el extranjero, se fiaron de las promesas de quienes, en nombre del nuevo régimen aseguraban que podían volver «si no tenían las manos manchadas de sangre». Muchos descubrirían el engaño cuando ya era demasiado tarde.
A partir de esa «primavera triunfal» los nuevos mandatarios se dedicaron a recoger los frutos de su victoria, que no eran pocos.
A sus excombatientes les llovieron parabienes y lisonjas, no mucho más, excepto a los privilegiados, naturalmente, bastante mejor recompensados.
Pero sí se preocuparon de algo, algo que es muy importante en nuestra cultura: recuperar y dignificar a sus muertos.
Sí, había habido dos contendientes, pero solo unos purgaron por su derrota pagando muy cara su resistencia.
La tan cacareada «reconciliación nacional» ( tanto propaganda,en su momento, del régimen como pedida por el partido comunista) habría de ser unívoca y desequilibrada o, simplemente, no sería.
Los muertos de la República, según esa teoría aparentemente conciliadora, dejaban de existir.
Lejos de tener generosidad, ni los pergeñadores de esa estrategia ni sus nietos, han sido capaces de entender que sacar a los familiares de las cunetas, como ellos hicieron con los suyos sin pérdida de tiempo, es una cuestión de simples derechos humanos.
¿Como se podía hablar de reconciliación si hasta ese elemental derecho se sigue negando, hoy en día, tras más de cuarenta años de democracia?
¡Ay de los vencidos!
La derecha de nuestro país ve con buenos ojos que la Guardia civil y la Legión participen en las exhumaciones en la ex Yugoslavia pero les parece inaceptable que el Estado democrático actual ayude a familiares de españoles, que siguen esperando poder enterrar dignamente a sus muertos.
Al parecer es una cuestión de tiempo, no de Justicia. Para ellos esos muertos han caducado o, a lo peor, les recuerdan algunos hechos de los que prefieren no volver a oír hablar.

Esto me lleva al momento político actual.

Hoy la democracia está en juego, no la alternancia de partidos.
Hay una parte de la sociedad que está decepcionada con el sistema, que se mofa de sus valores, que juguetea con acciones políticas (no otra cosa es el voto) dignas de una barra de bar.
Luchar contra la discriminación sobre la mujer ha sido un logro, y muchos jaleados siniestros personajes la quieren eliminar,( si quieren saber sus votantes cuál es su ideal femenino busquen en las hemerotecas los manuales de la Sección Femenina de la Falange).
No quieren emigración les molestan los «panchitos», los «moros», los «negritos», los chinos.
Quieren fronteras cerradas y fomentar la natalidad interna, pues son racistas.
Se creen superiores, si alguno de ellos va al extranjero a asentarse, no entendería que se le tratara como él lo hace con quienes vienen por aquí y es por una sola razón, se sienten superiores.
Anti- vacunas, descreídos ante las evidencias científicas sobre el cambio climático( en el fondo es puro egoísmo, si el tercer mundo está climáticamente más afectado que se apañen); les parece bien que, dada la superioridad tecnológica y económica occidental (a cuyos auténticos beneficios nunca accederán estos votantes de a pie, por cierto)se esquilmen las riquezas africanas o se potencien guerras para impedir el asentamiento político de regímenes indeseados y contestatarios ante el neocolonialismo, pero luego se quejan cuando las poblaciones huyen de la pobreza y la violencia generadas, como digo, desde estos lares.
Todo, todo lo que ha costado tanto tiempo conseguir y aún estamos construyendo, la convivencia sin distinción de sexo y opción sexual, color, religión o ideas políticas, potenciando a los colectivos más marginados para reintegrados en la sociedad, está en peligro.
Los ultraconservadores niegan los derechos de una gran parte de la sociedad.
La sociedad se ha de regir por los esquemas morales que ellos quieren imponer. Acusan al progresismo de totalitario y dictatorial y nos quieren convencer de que un Estado desregulado, con un libertarismo extremo y neoliberal, es lo mejor para nuestra sociedad.
En las todas las sociedades siempre mandan los poderosos, los que detentan el control económico.
Lo que estos «supuestos antisistema» propugnan es que las reglas conseguidas con sangre y sudor, con las que nos hemos dotado para proteger a los más débiles, desaparezcan.
En todos los momentos de la historia se producen movimientos pendulares hoy, normas de convivencia y consensos que han costado decenios conseguir, se ponen en cuestión.
Ahora los ultraconservadores se erigen en los revolucionarios del momento.
Ellos son los antisistema.
El problema es que el sistema que ellos quieren es ultraliberal, anti servicios públicos, racista, homófobo, negacionista, negacionista del cambio climático y anti medidas universales de protección sanitaria; partidarios de la desregulación con la eliminación de impuestos, con el consiguiente desmontaje de los sistemas sanitarios, educativos y de protección pública; en definitiva, que cada cual se busque la vida en una selva social, y lo peor, lo peor, es que parece que hay un porcentaje, que asusta, de nuestros conciudadanos que apoya un programa tan destructivo como este.

Hoy, quienes abominan de lo que ellos llaman «dictadura progre»,con todas sus declaraciones (dignas de juzgado de guardia) van ocupando sillones de las instituciones que, en algunos casos ,dicen abominar.

Espero que cambiemos el rumbo porque, de seguir así, podemos enfrentarnos, en no mucho tiempo, a tener no una «dictadura progre» sino solo una dictadura, a secas.

Entretanto, ir hacia atrás en los derechos que nos benefician como comunidad y que son los ideales de las sociedades post bélicas del siglo XX, va empezando a ser un hecho.

¡Si es que les molestan hasta los carriles bici!
Espabilemos, no sea que una mañana, antes de que nos demos cuenta, nos despertemos en un mundo distópico.
De nosotros depende.

Enrique Gómez Arnas
Presidente ARMHA

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