Ramón J. Campo
El oro de Canfranc es la historia de los avatares de la Aduana Internacional durante la Segunda Guerra Mundial. La estación fronteriza, bajo jurisdicción hispano-francesa, fue el escenario del tráfico de al menos 86 toneladas de oro nazi desde Suiza a Portugal y España en los años 1942 y 1943.
A cambio, los regímenes neutrales de Franco y Salazar vendían wolframio y hierro a Hitler para su maquinaria de guerra. Estas mercancías también cruzaron la frontera del Pirineo central, inaugurada en 1928. Canfranc fue el centro neurálgico de ese tráfico. Combinaba el paso de trenes en ambos sentidos con la implantación de un sistema de distribución con camiones de empresas suizas que fue posible merced a un acuerdo secreto entre España y Suiza.
Aunque la estación internacional de Canfranc se encuentra ocho kilómetros dentro de territorio español, las tropas de Hitler colocaron la esvástica en el andén francés desde noviembre de 1942 hasta el verano de 1944, cuando muchos trenes iban cargados con alemanes que huían de la derrota en Francia. Los aliados utilizaron el paso fronterizo del Pirineo central, situado los primeros años de la contienda en la Francia no ocupada, como el lugar por donde entraban los secretos, las divisas y hasta los radiotransmisores con los que debían comunicarse con la Resistencia francesa, que se estaba formando.
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