Fernando Arnas nos dejó el pasado 28 de Julio. Que la tierra te sea leve compañero

Mercedes SanchezNoticiasLeave a Comment

El pasado 28 de julio falleció Fernando Arnas.

Aquí dos visiones de su personalidad y su carácter,  la de su sobrino y presidente de ARMHA, Enrique Gómez Arnas y la de Antonio Valero, compañero de lucha y cautiverio.

Hay despedidas que son fáciles y otras no lo son tanto, hay quien pasa por la vida con lemas que le cuadran mucho, como preocúpate por ti, preocúpate por los tuyos, lo demás da igual, lo demás es política, lo demás no va contigo.

Otras personas no. Otras personas se preocupan, sin quererlo incluso, por los demás. Son los que se consideran hermanos de todos los hombres y mujeres, universalistas que considerados ingenuos por políticos y ciudadanía en general, creen que existe un mundo para todos en el que se puede vivir decentemente si se reparte la riqueza y que luchan toda su vida para conseguirlo, estamos despidiendo a una de esas personas.

Hoy resulta fácil ser así,  universalista,  aun yendo a contracorriente del neoliberalismo galopante que nos doblega,  pero en momentos de nuestra historia reciente esto no fue así,  y pretender cambiar las cosas era una actitud muy peligrosa una posición como esa, conllevaba represión, clandestinidad, torturas, cárcel, exilio e incluso muerte .

Como dijo el poeta Bertolt Brecht: Hay quienes luchan un día y son buenos,    hay otros que luchan un año y son mejores,  y están los que luchan toda la vida y esos son los imprescindibles.  Muchos conocisteis a Fernando y lo aprendisteis a respetar, su compromiso, su espíritu crítico, su sorna aragonesa, marcaba a un seductor nato  que no le pasaba a nadie,  ni a la brigada político social, desapercibido ni indiferente.

Solo hubo dos personas que me marcaron profundamente en mi infancia y  adolescencia, mi padre que me enseño una forma de ser, y mi tío Fernando que me enseño una forma de pensar. A uno lo despedí hace años aunque no pasa un día en que no me acuerde de sus bromas, de su integridad, de su seguridad y de su cariño. De Fernando hemos disfrutado mucho más, mucho más tiempo, el no se quería ir, hasta el último momento solo quería volver al campo, a esa comuna anarcosindicalista que se había montado con otros compañeros que querían  reactivar el pirineo aragonés eso que era tan querido para él, como el campo en general.

Deseo que el espíritu que supo inculcar en muchos de nosotros y su recuerdo nos quede hasta el fin de los días.

Fernando fue un ser humano normal, tal como esa normalidad la entendemos los respetuosos y tolerantes con el resto de la humanidad. La impronta que ha dejado en nosotros es difícil de equiparar y por eso ahora solo os pido un pensamiento común en el y que a cada uno nos quede lo que el nos ha sabido mostrar.

Hasta siempre Fernando, hasta siempre compañero

Enrique Gómez Arnas

 

Lo conocí en abril de 1970 en una asamblea clandestina de trabajadores celebrada en el local parroquial de la calle Eva Duarte en el barrio Oliver, preparatoria de la concentración por el 1º de mayo (las manifestaciones se realizaban el 30 de abril) en la Plaza de España, ilegales y prohibidas durante la larga dictadura franquista. Me impresionó su forma de intervenir, cortante, como enfadado, pero muy elocuente y en aquel fallido 30 de abril en el que el motivo central era manifestarse contras las bases americanas en suelo español, perdidas entre las cargas policiales las personas que me acompañaban, me aproximé a Fernando al reconocerlo y caminé brevemente con él. Digo brevemente, porque a la altura de la desaparecida librería Lepanto, un policía de la siniestra brigada político social, lo detuvo al reconocerlo, y a mí de propina por ir junto a él. Compartimos celda en la comisaría durante dos días, y ya fuimos amigos durante años. Era un trabajador del metal muy cualificado, muy culto e inteligente. Cáustico y mordaz para ocultar una personalidad generosa, amistosa, de una gran humanidad y extremadamente modesto. Las condenas de cárcel y los despidos laborales por su actividad sindical y militancia comunista le hicieron abandonar la primera línea, pero siempre mantuvo su compromiso social y político a pesar de su escepticismo crítico. La vida, como con tantos, separó nuestros caminos tras unos años en los que nuestra amistad fue continua y cotidiana. En la última década apenas nos vimos un par de veces. Dejamos de quedar los días 30 de abril en el lugar que nos detuvieron y a la misma hora, en un ritual que repetimos varios años. Tras su jubilación, había decidido volver a las raíces y participaba y vivía con un colectivo trabajando en la recuperación de varios pueblos abandonados. La última vez que nos vimos en un encuentro casual en plena calle, me contó que acababan de diagnosticarle párkinson. En la ocasión precedente, varios años antes, la cita fue convenida y mientras revolvíamos nuestros recuerdos me confesó, que cuando nos conocimos en aquel lejano 30 de abril de 1970, en la celda en la que estábamos pensó, al haberme detenido a mí sólo por acompañarle : “Ya le he jodido la vida a éste chaval”. Hoy pienso lo mismo que le contesté en aquel momento: Que le estoy agradecido porque elegí un camino de compromiso, por su ejemplo y el de otras personas (pocas) como él. Así que, compañero, gracias por tu amistad y espero que la tierra te sea leve.

Antonio Martínez Valero

 

 

 

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